El precio de lo que comemos

pan pan

En mi ciudad hay una Panadería Que Hace Las Cosas Bien. (Hay más que una, pero a los fines narrativos de este post, vamos a hablar de Esta).
Está en mi ciudad, pero podría estar en la tuya, porque esta historia es universal.

En esta panadería cumplen con todo lo marcado por la ley. Esto, cuando hablamos de un negocio de alimentación, es bastante complejo. Están la trazabilidad, la higiene, la fiscalidad de lo que se vende, la salud y seguridad de los trabajadores, sus condiciones laborales.

Dicho con otras palabras, la harina hay que comprarla con factura, la manipulación de las masas se tiene que hacer respetando los criterios higiénicos que marca la ley (además del sentido común y del buen hacer), cada venta se registra en la caja, hay un sistema de ventilación que minimiza las partículas de harina en el aire, los contratos siguen escrupulosamente el convenio. Nada menos nos esperaríamos, pero la realidad laboral no es siempre así, y si además quien cumple es un pequeño negocio tiene aún más mérito, ya que sus márgenes de beneficio son menores y los riesgos a asumir mayores que los de una gran empresa. Los precios son más que correctos: croissants de mantequilla a 1 euro, el pan va al peso y sale a entre 4 y 5 € el kilo.

Cerca de la Panadería Que Hace Las Cosas Bien abre un despacho de una cadena nacional de productos horneados. No la llamo panadería por el respeto que le tengo a los panaderos. Los precios son inferiores a los de la panadería, en algunos casos incluso del 50%. Me consta que para puestos de panadero ofrecían sueldos inferiores a los estipulados para becarios.

Esa diferencia de precio entonces no se justifica con la distinta escala de operaciones. Ese supermercado mágico de precios tirados al que muchos parecen creer que acuden las empresas, sencillamente no existe. Lo que sí existe son productos de baja calidad -y correspondiente precio- o en el caso de grandes empresas como McDonald’s o mercadona existen contratos chantajistas que hacen un flaco favor a los productores. Pero como se dice aquí en España, duros por pesetas no da nadie. Cada céntimo menos en el despacho de productos horneados es un céntimo menos en materias primas y sobre todo unos cuantos céntimos menos en sueldos de trabajadores.

Puesto que la Panadería Que Hace Las Cosas Bien tiene precios muy honestos, y que no estamos hablando de situaciones límites donde hay que acudir al precio más barato por supervivencia, se me escapa cómo se prefiera un croissant de grasas dudosas y de sueldos indignos a un producto artesano, de ingredientes cuidados y que además ofrece trabajo de verdad.

Porque como bien dice Jorge comer es sólo el final de la historia: elegir qué comer, qué comprar tiene consecuencias también en la sociedad.  Yo, siempre que pueda, preferiré comprar un pan que además de bueno sé que está hecho por trabajadores dignificados. Los consumidores no lo tienen fácil para conocer estos detalles, pero delante de la nueva franquicia que abre con precios increíbles tienen que ponerse estas cuestiones, pena ser cómplices de un sistema injusto.

11 comentarios en “El precio de lo que comemos

  1. Me ha encantado Anna! Toda la razón del mundo… las cosas bien hechas hay que valorarlas y pagarlas. Todos queremos cobrar lo justo por nuestro trabajo y todos deberíamos estar más informados de que tiene cada producto que nos llevamos a la boca.

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  2. É puro sentido común pero que sinxelo resulta ás veces deixarse levar polo «lado escuro» dos prezos baixos e a compra doada. Por iso, por lembrarnos non só o que é bo para nós senón o que é bo para todos, graciñas por este artigo, Anna.

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  3. Lamentablemente en la mayoría de las ocasiones cuando nos ponemos delante de un producto solo vemos el precio sin pensar lo que hay detrás, de esfuerzo, imaginación, riesgos etc. y no entramos a valorar las contrapartidas que hay en esas pequeñas diferencias de precios. Una pena

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  4. Coincido casi totalmente …Salvo en una cosa esas «pequeñas» diferencias de precio se convierten en grandes si en lugar de una persona eres cinco. Yo un día hice la cuenta porque mi conciencia y mi razón me torturaban y el resultado era 800 euros al año. Sólo en barras de pan, olvídate de croissants!

    *Detalle importante vivo en Donosti dónde no hay precios baratos.

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    1. Caramba, cuánto pan coméis en casa que la diferencia (no el gasto) es de 2.20€ al día! Aparte que, como he dicho, cada uno sabe qué puede gastar, en este caso la diferencia entre un pan y otro no llega a medio euro. Por supuesto si se compra sólo lo más barato, por la razón que sea (nosotros lo hicimos cuando lo de 5 euros al día), no hay discusión. Yo tengo serias dudas de que quien estuviera comprando en Granier es porque realmente no le da para comprar en la otra panadería, quien tuviera una real necesidad de ahorrar compraría en otro establecimiento.

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  5. me encanto, pertenezco al rubro y me gustaria poder compartir esta nota con los miembros de CIP (centro industrial panaderil )de mi ciudad

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